"Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos... Esa persona con la que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos... Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella...
Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderéis siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y os impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejaréis de intentarlo... Os rendiréis y buscaréis a esa otra persona que acabaréis encontrando. Pero os aseguro que no pasaréis una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más... Todos sabéis de qué estoy hablando, porque mientras estábais leyendo esto, os ha venido su nombre a la cabeza.
Os libraréis de él o de ella, dejaréis de sufrir, conseguiréis encontrar la paz (le sustituiréis por la calma) pero os aseguro que no pasará un día en que deseéis que estuviera aquí para perturbaros. Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien a quien aprecias..."

Paulo Coelho.

La foto no ha cambiado, la persona que había en ella, sí.




Me encantan las fotos, amo las fotos. Expertas en congelar momentos, en detener instantes, en capturar todo. Es una sensación muy extraña coger una foto significativa para ti, o que ha significado algo, después de mucho tiempo, o después de muchos acontecimientos. Lo odioso y a la vez precioso de las fotos es que te recuerdan todo. Tanto la ropa que llevabas, si sonreías o no, si eras feliz, donde te encontrabas, con quién... a veces, y solo a veces, te fijas hasta en los más pequeños e insignificantes detalles de ella. Cuando cierras los ojos, visualizas lo que ocurrió, como  lograste  realizarla... Las fotografías son las únicas que no cambian, que deciden quedarse con la imagen que proyectan, que graban aquel momento y lo reservan, ajenas a que aquella persona lo haya olvidado todo... En las fotos no se capta el perfume que llevaba, pero sí la sonrisa que se le formaba cuando lo olía. No se capta la canción que en esos instantes se escuchaba, pero sí aparece el móvil en un segundo plano donde se ve claramente el título. Obvio una foto no puede transmitir sentimientos, pero sí reflejarlos. Es curioso, ¿no? Por eso me gustan tanto, por eso las hago. Tengo miedo de que se pierda de repente todo, que aquella persona que te quería tanto ni te hable, que todo parezca un producto de tu imaginación... Pero claro, entonces sin querer ves esas fotos, y sonríes y no sonríes, y la miras y la quieres borrar, pero no puedes. ¿Por qué no la puedes borrar? Porque sería olvidar definitivamente algo demasiado inolvidable. Y aunque tú lo tengas olvidado, aunque llegue un punto en el que no me importes lo más mínimo, ya que tú tampoco, seguiré sintiendo lo mismo cuando mire a dicha fotografía, ya que dadas las circunstancias ella no ha cambiado nada, y tú sí.