"Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores; uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos... Esa persona con la que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos... Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella...
Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que perderéis siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y os impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejaréis de intentarlo... Os rendiréis y buscaréis a esa otra persona que acabaréis encontrando. Pero os aseguro que no pasaréis una sola noche, sin necesitar otro beso suyo, o tan siquiera discutir una vez más... Todos sabéis de qué estoy hablando, porque mientras estábais leyendo esto, os ha venido su nombre a la cabeza.
Os libraréis de él o de ella, dejaréis de sufrir, conseguiréis encontrar la paz (le sustituiréis por la calma) pero os aseguro que no pasará un día en que deseéis que estuviera aquí para perturbaros. Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien a quien aprecias..."

Paulo Coelho.

Dejé de quererte, a empezar a necesitarte.

Dejé de querer estar contigo, de querer darte un beso, de querer un abrazo tuyo... A necesitarlo. También dejé de querer hacerte sonreír, a necesitar que estés bien conmigo y que te salga esa sonrisa tan bonita que tienes. Y es que te miro y no puedo evitar pensar en miles de cosas, de las que figuran por ejemplo, la suerte que tengo. Sí, y es que haber quien me dice que después de tanto tiempo sin esperanza alguna, de intentar odiarte, de creerte olvidado, de querer no quererte, que vengas, que me digas que no te has podido olvidar de mí, que me quieres, que nunca lo has dejado de hacer, y sumergirnos en un vaivén de recuerdos. Bonitos recuerdos... y entonces saber que no sabes como has podido si quiera sonreír sin tenerlo a tu lado. Sí, esa es la verdad que siempre he tenido guardada, dejé de quererte hace tiempo, a empezar a necesitarte. Porque haber quien no necesita un susurro de sus labios que diga "te quiero", o la sonrisa que se le forma al escuchar un "yo más". Dime tú quien no necesita un abrazo, o un beso, o incluso una tontería, una broma, o el simple hecho de que  te coja de la cintura... No hay nada más bonito en este mundo: que alguien te quiera y te lo demuestre, día a día. Por eso, es inevitable necesitarte...

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